Muchas veces en las Escrituras nuestro Señor ata las bendiciones espirituales a nuestra vista en el Señor. ¿Cuan a menudo, como el Apóstol Pedro, hemos perdido nuestro descanso en el milagro de nuestra victoria al ser distraídos de nuestra fija mirada en El por las olas que rompen a nuestro alrededor? Oh, si los ojos de nuestra fe estuviesen mas ardientemente colocados sobre el Señor. La maravillosa palabra traducida como “mirar” por el escritor del libro a los Hebreos, quien nos exhorta a “correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”, no esta completamente expresado para nuestro lenguaje. Originalmente significa sin mirar y mirando. Las bendiciones pertenecen a aquellos que, por la gracia, han aprendido a correr la carrera cristiana mirando SOLO a Jesús. Debemos dejar de mirar todo lo demás, y enfocarnos solamente en El como el objeto solitario de nuestra fe.
Cuando Eliseo le pidió a Elías una doble porción de su Espíritu, el no estaba pidiendo por dos veces más poder para realizar dos veces más milagros que los que hizo Elías. La expresión “doble porción” hace referencia a la bendición del primogénito. Eliseo deseaba una bendición espiritual. El deseaba los privilegios espirituales que estaban asociados con el primogénito. Eliseo deseaba las bendiciones del Señor que lo hacían rico sin dolor.
Elías le dijo a Eliseo que el había pedido “cosa difícil”. No era algo difícil porque Dios estaba negado a dar tal bendición sobre el. ¡La verdad era lo opuesto! El Señor anhela con gran deseo dar bendiciones espirituales a aquellos que deseen ser bendecidos. En cambio, era algo difícil porque dependía de la voluntad de Elías encajar su foco con la realidad espiritual, mientras todo en vista y sentido a su alrededor querían su atención. Es algo difícil, de hecho, algo imposible, mantenerse enfocado en el Señor en este mundo de innumerables distracciones, aparte de Su milagro de gracia. Esto es verdad en todas las experiencias cambiantes de la vida. Pero es especialmente cierto en la mayoría de las horas espirituales, cuando un amado parte de esta escena para estar por siempre con el Señor. La prueba de Eliseo era mantenerse enfocado, para poder recibir la bendición espiritual, era en términos de la desaparición de su amigo a su hogar eternal.
“Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; más si no, no”, fueron las palabras de Elías a Eliseo. Era un hecho bien conocido para los hijos de los profetas, que Elías pronto completaría su peregrinaje terrenal. En tonos de apuro hablaron con Eliseo acerca del evento por venir del cual Dios les había revelado. 50 estudiantes de Elías, quienes lo amaban profundamente, observaron desde una distancia su fin inevitable. Existe una buena posibilidad que hubiese 50 testigos de la partida de Elías. Pero solo Eliseo, le contemplo con los ojos de la fe cuando fue arrebatado. Eliseo solo recibió la bendición espiritual del primogénito.
¿Qué vieron los 50 hijos de los profetas? Ellos solo vieron un torbellino que Dios había enviado para arrebatarle. Sin duda alguna, el terrible sonido de poder y destrucción acompañó a aquel torbellino enviado por Dios. ¿Qué cabeza no viraría para contemplar aquel túnel oscuro en el cielo? ¿Quién no se maravillaría mientras el torbellino se acercaba, partiendo rocas y destruyendo elementos en pedazos? Ellos vieron un torbellino. No más. Ellos vieron destrucción. Ellos vieron un remolino que destruía casas dejando familias y muebles boca abajo. Ellos no vieron lo que Eliseo vió. Ellos perdieron la realidad espiritual. Ellos vieron una terrible tormenta barrer y llevarse al hombre de Dios. Ellos solo vieron el caparazón de lo que en realidad pasaba.
¿Qué vió Eliseo? El determinó continuar enfocado en la realidad. El se fijo en la persona de Elías, así como había sido instruido. Aunque había muchas razones por la cual mirar alrededor, Eliseo miró con fervor en la dirección de la bendición. Cuando otros vieron solo tempestad, Eliseo vio lo que había dentro de la tempestad. Mientras 50 hijos de los profetas vieron con terror un torbellino devastador, Eliseo miró más allá del sentido carnal y vió lo que en realidad estaba ocurriendo. Dentro del torbellino el observó un esplendor celestial. El Señor había enviado un carro real de flamante gloria, conducido por caballos de fuego para escoltar a Su hijo ante Su eterna presencia. Eliseo no vio una tragedia. El vio vida en vez de la muerte. El observó la realidad. El fue testigo de cómo su amigo fue transportado en victoria a la gloria. La bendición era suya.
Dios ha atado la bendición espiritual en nuestro foco en el Señor. Nunca debe existir una ocasión en el cual el Cristiano deba rendirse a descansar. Debemos confiar en el Señor por la gracia que nos mantiene siempre mirándole. Habrá muchas tormentas que soplarán en nuestras vidas por la voluntad de Dios. Por su gracia, seremos habilitados a no perderle de vista. Entonces veremos la realidad en medio de la tempestad. La tormenta es incidental. Es lo que esta tomando lugar en medio de la tormenta lo que es importante. Aun cuando el torbellino final sople en nuestras vidas para arrebatarnos, o a un ser querido, si nuestros ojos están sobre El, tendremos un vistazo celestial de lo que en realidad esta sucediendo en medio de la tormenta. Aquí esta nuestro descanso. Aquí esta nuestra victoria. Enfocados en El, la muerte no es muerte; es solo una partida para estar con EL.
No podemos evitar que el torbellino eventualmente descienda sobre nosotros, pero no debemos llenarnos de terror y desconfianza. Dios permite que veamos lo que ocurre dentro de la tempestad, y mientras otros están ocupado con los escombros y la perdida, somos arrebatados en un éxtasis de alabanza. Solo aquellos que vean, entenderán.
Paz.
Hermano Ed Miller
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