Titulo: LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE.
Subtitulo: Lo que siembras, cosechas.
Todos estamos al tanto con el concepto de trabajar y
recibir el pago de nuestra labor. Una ves que hemos trabajado, ciertamente
esperamos la paga acordada por los servicios dados. Aquellos que viven del
cultivo plantan sus terrenos en la primavera y esperan recoger sus cosechas en
el otoño. ¡Si ellos plantan trigo, ciertamente no estarán pensando en cosechar
maíz! No, planean cosechar terrenos de trigo. Este es el concepto del sembrado
y del cosechado que encontramos en Gálatas 6 versos 7 y 8:
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo
lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su
carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna.”
Esta idea es mejor amplificada en Romanos 6:23:
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva
de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.
En el Segundo libro de Samuel, encontrado en el
Antiguo Testamento, ocurre un incidente el cual es una ilustración vívida de
estos principios. Comenzamos nuestra lectura en el verso 5:
“Y vino el rey David hasta Bahurim; y he aquí salía uno
de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Simei hijo de Gera; y
salía maldiciendo, y arrojando piedras contra David, y contra todos los siervos
del rey David; y todo el pueblo y todos los hombres valientes estaban a su
derecha y a su izquierda. Y decía
Simei, maldiciéndole: !!Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso! Jehová te
ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú has
reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalón; y hete aquí
sorprendido en tu maldad, porque eres hombre sanguinario. Entonces Abisai hijo
de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te
ruego que me dejes pasar, y le quitaré la cabeza. Y el rey respondió: ¿Qué
tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así maldice, es porque Jehová le
ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: Por qué lo haces así? Y
dijo David a Abisai y a todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha salido de
mis entrañas, acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín? Dejadle
que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho.Quizá mirará Jehová mi aflicción, y me
dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.Y mientras David y los suyos iban
por el camino, Simei iba por el lado del monte delante de él, andando y
maldiciendo, y arrojando piedras delante de él, y esparciendo polvo. Y el rey y todo el pueblo que con él estaba,
llegaron fatigados, y descansaron allí. (2 Samuel 16:5-14).
El trasfondo de esta porción de las Escrituras en 2 de Samuel, Absalom,
el hijo de David, era rebelde y había trabajado a espaldas de David el ganarse
el corazón de los hombres de Israel. Una vez que estaba seguro de que tenia el
poder suficiente, Absalom creó un golpe de estado en el palacio y removió a su
padre, quien luego escapó por su vida—junto con el resto de su familia y de
aquellos que permanecieron leales a el. Este incidente fue un tiempo de cosecha
para David por su terrible pecado contra Betsabe, la esposa de Urías Heteo.
Dios le dió a David la suficiente cuerda para ahorcarse así mismo en esta
situación. El esperó que se arrepintiera de su pecado, pero no lo hizo—Nathan
el profeta fue enviado para confrontarlo y anunciarle que Dios iba a castigar
su pecado. David inmediatamente confesó su culpa y pidió perdón—lo que Dios
concedió. Pero las consecuencias de su pecado fue la muerte y Dios le quito el
hijo que nació de esta relación ilicita. Se le dijo a David que la espada nunca
se apartaría de su casa—mientras El vivió, continuó con la experiencia de tener
un problema tras otro. El record Bíblico de su vida revela que el juicio de
Dios ante el pecado fue llevado en su totalidad—tanto en David como en la vida
de su familia. Cuando consideramos la relación de David con Dios y recordamos
que Dios se refirió a El como el hombre
conforme a su corazón (1 Samuel 13:14 y Hechos 13:22) – debemos tener una mayor
apreciación en el hecho de las consecuencias del pecado y del hecho que no
podemos escapar solo por ser miembros de la familia de Dios.
De igual forma vemos implicaciones adicionales a este principio en donde
Simei estaba preocupado. El formaba parte de la Tribu de Benjamín—al igual que
el Rey Saúl—y estaba convencido de que David formó parte de la caída de Saúl.
Por esto hizo acusaciones de que David era un “Hombre sanguinario”—figurativo
de que era culpable del derramamiento de la sangre del rey. Obviamente, David
era completamente inocente de esto, pero Simei estaba contento de verle correr
por su vida, utilizando la oportunidad para maldecirle y decirle lo que piensa
de el. Por ello, aparenta ser que esta loco o es excesivamente valiente, porque
David era un gran guerrero y es muy probable que su espada estuviese cerca de
el. No solo eso, David esta rodeado de vario generales—sus “Poderosos
Hombres”—y un pequeño ejercito que vino tras el para protegerle. Procediendo en
su camino, Simei continúa la persecución tirándoles piedras y polvo, y
sobretodo maldiciéndoles— ¡solo teniendo para si un temperamento rabioso!
Abisai, el sobrino de David y guarda espalda personal, rápidamente le preguntó
al rey si quería que le librara de Simei! ¿Qué quería demostrar este hombre por
maldecir al Rey de Israel, al ungido de Dios? Incluso si los cargos con que
David conspirase en contra de Saúl fueren ciertos (y ciertamente no lo fueron),
no se había despojado de la sangre de Saúl. Todo lo contrario, tuvo varias oportunidades
para matarlo y humanamente hablando, tuvo justificaciones en hacerlo por que
Saúl definitivamente trato de matar a David. Pero David rehusó matarle por
Saúl, en ese momento, era el Rey de Israel.
Otro aspecto interesante en esta historia esta en Éxodo 22:28, ¡Dios
prohibió expresamente lo que Simei hacia! El verso dice en una parte, “No
injuriaras a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.”
Una retribución instantánea pudo haber sido comprensible, pero por estar
bajo juramento con Dios por su propio
pecado David le dijo a Abisai que “retrocediera”. Su actitud hacia su propia
persona fue lo que “era de suceder” y probablemente era castigado por Dios.
Siendo en este caso, lo tomaría como un hombre. Simei había visto la falta de
carácter de David por ser cobarde, y considero que el había tomado el uso
máximo de su oportunidad, por lo que se
sintió sumamente engreído y creyó que se había salido con las suyas. ¿O no?
Mientras tanto, la traición de Absalom corría su curso y, durante la
batalla, fue sacado de su mulo enredándose entre las ramas de un árbol la cabeza y el cabello quedando así
atrapado—donde fue encontrado y asesinado por Joab, general de David. David dio la orden de Absalom fuese tomado vivo
sin hacerle ningún daño, pero Joab tomo la decisión de matarle mientras tuviese
la oportunidad. El corazón de David se rompió ante la noticia de la muerte de
su hijo y llevó luto, aunque Absalom
fuese una persona falsa y malvada.
Hasta donde sabemos, Joab no sintió
resentimiento con David por la muerte de Absalom, sin embargo se sentía
culpable por asesinar a otros dos hombres: Abner y Amasa—ambos capitanes del
ejército de Israel. Tal vez Joab, tal como Simei, pensó que estaba libre y sin
culpa.
Luego de la muerte de Absalom (2 Samuel 19: 16-23) —mientras David
estaba devuelta a resumir su liderazgo a Jerusalén—Simei y sus 1,000 hombres de
la tribu de Benjamín con el, vinieron apresurados a encontrarse con David en el
Río Jordán para disculparse por las acciones hechas. Es obvio para Simei que
estaba en grandes problemas porque David es Rey nuevamente y la situación es
¡completamente diferente ahora! Sin embargo, David esta de buen ánimo por su
revocación de fortuna y le dió su palabra a Simei de que el no le
mataría.
David continuó su liderazgo de Israel y reino hasta que se volvió
demasiado anciano para ello. Cuando llegó el tiempo de que su sucesor tenia que
ser designado, el llamó a Salomón por que Dios ya lo había escogido (1 Crónicas
22:6-10) entre los muchos hijos de David. Luego, en Primera de Reyes capitulo
dos encontramos cuando David, antes de su muerte, le entrega su cargo
personalmente al joven Salomón. En los versos uno y dos, le dice a Salomón que
el (David) esta a punto de morir—“de irse al camino por toda la tierra”—por ende
el (Salomón) debe de ser fuerte y mostrarse así mismo que es un hombre. En los
versos tres y cuatro, le advierte a Salomón que obedezca a Dios y que camine en
sus estatutos y mandamientos, para que así sea prospero. Luego en el verso 5,
David le deja saber a Salomón que habían negocios que no han sido terminados y
que necesitaba que el los tomara en cuenta. El le dijo a Salomón, “Y ya sabes
tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo á dos generales del
ejército de Israel, á Abner hijo de Ner, y á Amasa hijo de Jether, los cuales
él mató, derramando en paz la sangre de guerra, y poniendo la sangre de guerra
en su talabarte que tenía sobre sus lomos, y en sus zapatos que tenía en sus
pies.” (1 Reyes 2: 5-6). David en el verso 6, advierte a Salomón de usar su
propio juicio en cuanto a Joab concierne, pero “...no dejarás descender sus
canas al Seol en paz.”. En el verso 7 Salomón es instruido a mostrar amabilidad
con los “Hijos de Barzilai galaadita” dejándoles comer a la mesa del rey—esto
es proveerles alimento. Su padre Barzilai mostró gran amabilidad con David
mientras el se escondía de Absalom y su ejercito. Finalmente, en los versos 8 y
9 David instruye a Salomón nuevamente a usar su sabiduría donde Simei estuvo
preocupado y “no le detengas la culpa”. Y harás descender sus canas con sangre
al Seol. Ambos Joab y Simei ahora son hombre ancianos y es probable que
añoraran la retribución de David, “pero la cosecha de su pecado es la muerte”.
David se asegura que ellos paguen con sus vidas y que Dios les pague con sus
almas.
Luego de que Salomón es coronado Rey, El da la orden de que Joab sea
ejecutado y que Benaia, hijo de Joiada, arremetiera contra el (1 Reyes
2:26-46). Alguien debió escuchar la orden del Reyes, porque las noticias
alcanzaron a Joab antes que Benaia lo hiciera. En el intento desesperado de
salvar su vida, Joab corre al tabernáculo y tomo “Los cuernos del altar”
(proyección en forma de cuernos en los lados del altar). Esto fue creado como un lugar de refugio y donde
nadie podía vengarse porque la posición central pues el orden establecido era
para adoración. Cuando Benaia encontró a Joab, le llamó fuera del recinto del
tabernáculo, pero Joab se rehusó y dijo que moriría allí. Nueva vez, esta era
una movida bien calculada de parte de Joab, porque pensó que estaría a salvo
mientras se quedase donde estaba. Benaia, fue luego donde el Rey y le contó
sobre la situación. Sin pensarlo, Salomón dio la orden de que a Joab le sea
entregada su petición— ¡De que moriría donde estaba! Así que Benaia fue
devuelta, mató a Joab, y le enterró—justo como le fue ordenado a hacer. Misión
número uno cumplida.
Salomón luego retorna donde Simei y decide manejar este caso en forma
diferente. Parecería que las acciones del rey aseguraran que nadie podría acusarle
a el o a su padre David, de alguna
indecencia que por mandato de David el no matase a Simei. Vemos que la
sabiduría de Salomón expone el decreto de que Simei construya una casa en
Jerusalén y se quede allí, efectivamente ¡poniéndose bajo arresto en su
propia casa! El le dice que bajo ningún término puede salir de los límites de
la ciudad, pues de lo contrario vería muerte. Juzgando por su respuesta, parece
ser que Simei estaba esperando alguna venganza de Salomón y se siente aliviado
porque parece ser que es “una palmada en la mano”. En el verso 39 nos dice que
Simei era un ciudadano modelo por tres años, pero cuando dos de sus siervos se
fugaron y tomaron refugio donde los filisteos en Gat—tuvo un lapso momentáneo
de juicio, los persiguió, y los trajo devuelta. Mientras Simei pensó que se
podía salir con la suyas-- ¿Después de tres largos años sin poder siquiera
buscarlos? Ciertamente Dios vio que alguien estaba buscándolos y trajeron la
palabra a Salomón sobre el pequeño viaje de Simei. Poco tiempo después Simei
fue llamado delante del rey y le
recordó de su acuerdo de obedecer el mandato del rey y de las consecuencias que
tendría sino se sometía. Mas allá, Salomón se lo explicó a El mismo, ¡tienes
que recordar todo el mal que le causaste a mi padre David! Para este tiempo
Simei entiende la gran idea y sabe que todo se termino. Benaia es comandado
nueva vez a ejecutar el decreto del rey y la justicia se llevaría rápidamente.
Misión final cumplida.
Muchos
han dicho que “ ¡Dios tarda, pero es seguro!” El principio de la siembra y
la cosecha son eternos y debemos llevarlo siempre en nuestras mentes. En vez
de sembrar en la carne—vivir para uno mismo y para los placeres—debemos aprender
de estos principios bíblicos y sembrar
las semillas de rectitud.
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Dios le bendiga.
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