¿Te estás enfrentando el suicidio?

Perspectiva De Un Encuentro Personal

 

Por Cliff Cinamon

 

Tenía 13 años.  La puerta del cuarto de atrás donde mi madre se quedaba y dormía la mayor parte del tiempo estaba bajo llave y silenciosa demasiado tiempo.  Pienso que tendrían que haber pasado por lo menos 24 horas desde que había salido al baño o a buscar algo de comer.  Yo toqué y toqué y no había respuesta. Entiendo, usualmente me darían una cachetada por despertarla.  Esta vez yo presentía que algo tenía que estar mal. Finalmente yo derribé su puerta.

 

Ahí estaba ella acostada boca arriba con medio cuerpo en la cama y el otro medio fuera. Frascos de pastillas tirados por todos lados. Su boca estaba abierta de forma extraña. Le salía espuma por un lado. Yo me congelé por un momento. Esa imagen fue tallada para siempre en mi memoria como si fuese ayer.  No pude llorar. ¿Estaba ella viva? Sí, podía ver que su pecho se movía un poco. Aún estaba allí. Traté de despertarla gritando “mamá, mamá, mamá”… no hubo respuesta, la sacudí, todavía no respondía. Traté de evitar que mis hermanos menores la vieran pero no pude. Tenía que llamar a la policía y la ambulancia.

 

Ellos vinieron, pero ella tampoco les respondió. Trajeron una camilla. Ella era muy pesada, y a ellos les fue muy difícil colocarla en la camilla.  Me monté en la parte delantera de la ambulancia con el conductor.  No recuerdo haber sostenido conversación alguna. Creo que el no sabía que decir, ni yo tampoco.  El viaje al hospital fue algo borroso. Me senté en la sala de emergencias por dos horas, pero nadie me dijo nada.  Ellos habían obtenido la identificación de mi madre de su cartera.  Finalmente la enfermera vino y dijo, “Ya puedes ver a tu madre.” 

 

Ella todavía estaba acostada en la camilla sin moverse con una línea intravenosa en su brazo. Yo la llamaba, pero otra vez no había respuesta. Esperé otra hora: luego me dijeron que iba a ser internada, y que no había nada que yo pudiese hacer. Se me dejó sin consuelo, sin explicación—quedó solo un vacío.

 

Mis tres hermanos (de 1, 5, y 10) me necesitaban.  Nuestro padre no se encontraba.  Tenía justo el menudo necesario para tomar el autobús que me llevaría a casa. Estaba oscuro. 

 

Mi madre – ¿suicidio?

 

¿Por qué haría ella tal cosa?  Yo podría adivinar.  Sin dinero, deprimida todo el tiempo, separada de su segundo esposo, cuatro varones de quienes cuidar, un hogar que parecía una casa campestre. Mamá recibía asistencia financiera del estado (“welfare”), sin libertad, sin esperanza, sin gozo, sin amigos, sobrepeso, sin futuro, y los familiares se habían dado por vencido con ella. 

 

¿Por qué se quedaría ella aquí? ¿Cuál sería el punto?

 

Yo hice lo que tenía que hacer: Cuidé de los chicos, cociné, limpié, y entregué periódicos.  Faltaba a la escuela para cuidarlos. Ellos de veras que me necesitaban.  La crisis personal de mi madre causó una crisis familiar.

 

Una trabajadora social llamó un día o dos después, y dijo que teníamos que empacar las cosas y estar listos para irnos, pues ella nos venía a buscar el día siguiente. Claro que yo estaba listo para ella. Yo estaba decidido a mantener nuestra “familia unida”. Yo puse comida, agua, y un retrete improvisado en la habitación principal.  Moví el ropero, la cama y la cuna entre la puerta que abría hacia adentro y la pared trasera.  No se podía abrir la puerta. Puse clavos en la ventana, y le enseñé a mi hermano como martillar el último cuando yo salí por arriba, y luego a como cerrar las cortinas. 

 

La trabajadora social vino y preguntó, “¿Dónde están los chicos?”. Yo le dije, “Ellos están en la habitación central. Yo la arreglé para que no puedas ir por ellos. ¡Nosotros no vamos a ningún lado!”. Ella dijo, “¡Tienen que hacerlo! Ustedes no tienen alguien quien cuide de ustedes. Su madre está en el hospital, y en malas circunstancias.” Yo le dije, “Yo puedo cuidar de nosotros. Comoquiera lo he estado haciendo por años.” Ella dijo, “No, tienen que venir.” Yo le dije, “No, no iremos”. Ella dijo, “Llamaré a la policía.” Yo le dije, “Adelante”.

 

La policía vino pero ellos tampoco pudieron entrar a la habitación.  Ellos trataron de convencerme de que los dejase entrar, pero no cedí.  Temía que una vez nos tuvieran nos separarían y que nunca nos veríamos otra vez y a nuestra madre tampoco. Ellos llamaron al departamento de bomberos. 

 

Entonces tuve miedo. Llamé al sacerdote. El vino y habló mucho. El preguntó, “¿Ustedes no tienen parientes que cuiden de ustedes?”.  Le respondí, “Sí, mi abuela al otro lado de la ciudad.” El sacerdote dijo, “Llámala.  Si ella firma los papeles para la trabajadora social, se pueden quedar.”

 

La llamé y le rogué que viniese. Ella vino y firmó los papeles. Después que todos se fueron, me dio $20 dólares y dijo, “Estás de tu cuenta, muchacho. Tu madre no ha sido nada más que una decepción para mí.”

 

Mi madre vivió, y en unos pocos días estaba de regreso a la casa.  ¡Las cosas regresaron a la normalidad! (Lea mi testimonio sobre lo normal.)

 

 ¿Te estás enfrentando al suicidio? 

 

No tienes idea del impacto que tu muerte tendrá sobre tus seres queridos, parientes, y el mundo que te rodea. ¿Crees que solo te estarás hiriendo a ti mismo? Después de todo a nadie le importa. . .  ¿Verdad?  No, ¡estás muy equivocado!  Te quieren más personas de lo que crees. También, la forma en que dejes esta tierra les dejará tremendo desorden a otros.  Sus memorias serán marcadas de por vida.  Su futuro estará dañado sin tu presencia corporal, por magra que creas que le será la diferencia a ellos. Desafortunadamente nunca somos plenamente apreciados sino cuando ya no estamos.

 

Estás herido, quizá solo aturdido, deprimido, sin esperanza. Piensas que tu vida ya carece de significado. Piénsalo otra vez. La auto-pena no ayuda a nadie. A ti menos que nadie. Piensas que eres el único que está dolido.  A las personas buenas les pasan cosas malas. 

 

¿Por qué? ¿Por qué yo? ¿Por qué estoy tan desanimado que estoy contemplando el suicidio?

 

Por una cosa – ¡Satanás quiere tu alma! El hará lo que sea para conseguirla. A la miseria le encanta la compañía.  Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. (1 Pedro 5:8) Satanás ya perdió la batalla. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8) Jesús nos ama tal como somos... despreciables, no merecedores e indignos. Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz  (Filipenses 2:8) Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (Hebreos 4:15)

 

¿Tentado en todos los sentidos por qué? Por TI... y por mí. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (Juan 15:13) 

 

Dios cuenta contigo como Su amigo. Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8:31b) 

 

Jesús tomó los pecados del mundo completo sobre Su perfecta humanidad, Su perfecta divinidad, para que El realmente se convirtiera en pecado ante los ojos de Dios el Padre.  Esto es lo que El hizo por ti y por mí. Si, por TI.

 

Por lo que solo te queda UN amigo: el único Quien cuenta; Quien sabe el número de los cabellos de tu cabeza. Aquel quien sabe cuando cae un pajarillo. Aquel que tiene el poder de la resurrección; Cuyo Espíritu Santo lo levantó de la tumba para novedad de vida.

 

Esa misma resurrección, ese poder brilloso glorificado es lo que El quiere que tengas en tu vida; El quiere darte “Gozo inexplicable y lleno de gloria”. El es el padre de las luces y en el no hay “sombra de variación”. Este Jesús resucitado puede cambiar tu vida, levantarte para tener resurrección, y darte poder brilloso redentor en tu corazón, mente, y alma. 

 

Piénsalo: ¡Dios en ti la esperanza de gloria!

 

¿Cómo brilla Jesús Su “esperanza de gloria”? ¿Por qué El lo hace? Una vez naces de nuevo por el arrepentimiento de tus pecados, te vuelves uno con Cristo por Su Gloria Shekinah – Su Espíritu Santo vive, se mueve y tiene Su ser en tu corazón, mente y alma.  Tú tienes poder de resurrección. Tu esperanza está en Dios. ¡Tendrás un hogar eterno en Gloria! Tienes una nueva naturaleza dentro de ti ahora mismo; no un día de estos, no en algún momento del futuro lejano.

 

¿Por qué te daría El un regalo tan Divino, maravilloso, gratuito? El quiere traer tantos hijos a la gloria eterna, a través de la promesa del Padre reconciliándonos consigo mismo (cancelando nuestra deuda de pecado y nuestro antiguo estado de miseria).

 

¿Cómo? Debes nacer de nuevo. Ya tienes el nacimiento físico. Un renacer espiritual viene a través del arrepentimiento de tus pecados – clama a Dios para que salve tu miserable alma. Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. (1 Pedro 5:7) 

 

Ven al final de ti mismo, no destruyendo tu cuerpo, sino siendo transparente con Dios.  Despójate de todas las mentiras, las pretensiones, la pena, aún del dolor sin importar lo real que este sea. Convirtiéndote en un hijo de Dios primero; amado por el Padre, te aseguras un lugar en el cielo. 

 

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:1-3)  

 

Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. (Santiago 4:8) 

 

Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:9) 

 

Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. (Deuteronomio 30:14) 

 

Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (Romanos 10:9) 

 

No te tardes. Deja que el poder de la resurrección de Cristo sane tu corazón quebrantado. Deja la pistola, las pastillas, o la soga. Solo hay esperanza en Dios y nadie más. No permitas que el sacrificio desinteresado de Su perfecta vida en la cruz sea en vano para alguien a quien El ama tanto.

 

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)    

 

Que desperdicio de humanidad, que pérdida eterna para tu alma. 

 

Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mateo 25:30)

 

Humíllate ante la mano todopoderosa de Dios, y conoce Su paz en tu corazón:

 

Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz – libertad de todas las tristezas que se viven por causa del pecado- a vosotros. [Lucas 24:36; Paralelo Biblia, RV / Comentario Bíblico Amplificado]

 

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. [Juan 14:27]

 

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. [Juan 16:33]

 

Justificados, PUES, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (el Mesías, el Ungido); [Romanos 5:1]

 

Gracia – favor y bendición espiritual -  y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (el Mesías, el Ungido). [2 Cor.1:2]

 

En vez de tomar tu propia vida, ¡por favor corre a Jesús para que recibas Su paz de corazón en tu atribulado corazón! Jesús está firme con Sus brazos abiertos para recibirte. 

 

Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, pero ha sido muy tibio en su caminar espiritual con Él, usted necesita pedirle inmediatamente perdón y renovación. Él lo perdonará instantáneamente, y llenará su corazón con el gozo del Espíritu Santo. Entonces, necesita iniciar un caminar diario de oración y estudio personal de la Biblia.

 

Si usted nunca ha aceptado a Jesucristo como Salvador, pero ha comprendido Su realidad y el Fin de los Tiempos que se acerca, y quiere aceptar Su regalo GRATIS de la Vida Eterna, usted puede hacerlo ahora, en la privacidad de su hogar. Una vez lo acepte a el cómo Salvador, usted habrá Nacido de Nuevo, y tendrá el Cielo tan seguro como si ya estuviera allí. Entonces, podrá descansar seguro de que el Reino del Anticristo no lo tocará espiritualmente.

 

Si a usted le gustaría Nacer de Nuevo,  vaya ahora a nuestra Página de Salvación.

 

Esperamos que haya sido bendecido por este ministerio, que busca educar y advertir a las personas, de modo que puedan ver el Nuevo Orden Mundial por venir -el Reino del Anticristo-en sus  noticias diarias.

 

Finalmente, nos encantaría saber de usted. Puede enviarnos un E-Mail a 

Dios le bendiga.

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