TITULO: ¿Y QUE PASO CON
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Si yo tuviera que seleccionar una palabra para describir nuestro mundo hoy, yo elegiría “irreverente”. Para muchos de nosotros esta palabra tiene una connotación espiritual y por lo tanto podríamos definirla como una actitud inapropiada e irrespetuosa hacia Dios. Una definición secundaria sería solo irrespetuosa, ¡y punto! Sin duda que se me acusará de ser “anticuado”, pero es muy aparente que la sociedad en general ha dado un salto abismal hacia abajo en años recientes. La decencia común y el respeto por el prójimo son tan raros como políticos honestos y las medias-panty para los puercos espines. Es de lamentarse que el mundo se ha degenerado hasta este punto, pero peor es el efecto correspondiente sobre cristianos profesantes.
El diccionario Webster define la
reverencia como: “Profundo asombro y respeto y amor frecuente: veneración.” Otra
vez, la mayoría de nosotros no tenemos problema relacionando esto con la
adoración a Dios, ¿pero se percata usted de que Su intención es que este mismo
respeto sea mantenido dentro de las familias? La familia misma fue ordenada por
Dios para ser la unidad básica de la sociedad y
“Las casadas
estén sujetas—y adáptense— a sus
propios maridos, como [un servicio] al Señor; porque el marido es cabeza de la
mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es
su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las
casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a
fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los
maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su
mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino
que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia.” (Efesios
5:22-29, Paralelo de Biblia Reina-Varela 1960/Comentario Amplificado de
“Por lo demás,
cada uno de vosotros (sin excepción) ame también a su mujer como a [siendo en
un sentido] sí mismo; y la mujer respete a su marido—que ella lo nota, lo tiene en alta estima, lo honra, lo prefiere, lo
venera y aprecia; y que ella consiente con él, lo adora, y lo ama y admira
sumamente” (Efesios 5:33, Paralelo de Biblia Reina-Varela 1960/Comentario Amplificado
de
“Hijos,
obedeced en el Señor a vuestros padres [como Sus representantes], porque esto
es justo. Honra (aprecia y valora como preciosos) a tu padre y a tu madre, que
es el primer mandamiento con promesa; [Éxodo 20:12] para que te vaya bien, y
seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a
vuestros hijos, sino criadlos [tiernamente] en disciplina y amonestación del
Señor” (Efesios 6:1-4, Paralelo de Biblia Reina-Varela
1960/Comentario Amplificado de
Es un dicho de mucho tiempo que “cómo vaya la familia—así va la nación.” Siendo ese el caso, ¡nuestra nación está en graves problemas! En una escala no vista desde los principios de la familia misma, los hombres de hoy no aman a sus esposas como deberían. Por otro lado, las mujeres no respetan a sus maridos, mucho menos los reverencian. Los niños están tan ocupados con actividades fuera del hogar que apenas conocen a sus padres y han tenido muy poca disciplina amorosa (y muy a menudo tampoco tienen nada de amor propio). Las familias se han degenerado hasta el punto donde ellos no son mucho más que parientes de sangre que comparten el mismo techo. Esto lleva fácilmente al divorcio y al trauma resultante sobre todos los involucrados.
Esta enfermedad también se está manifestando en una falta de reverencia por la casa de Dios. Eso que hubiera horrorizado a generaciones anteriores es una práctica comúnmente aceptada en muchas iglesias. De todos los lugares donde un espíritu de reverencia y decoro apropiado han de ser mantenidos, debería ser en nuestras casas de adoración. Pero la irreverencia y el entretenimiento carnal se han convertido en el orden del día. En el Salmo 89:7 se nos da una instrucción sobre la forma en que deberían ser las cosas:
“Dios temible en la gran
congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos están alrededor de
él.”(RV-1960).
El Rey Salomón, en Eclesiastés 12:13 tiene que decirnos lo siguiente:
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios—conoce que El es, reveréncialo y adórale— y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre [el propósito original completo de Su creación, el objeto de la providencia de Dios, la raíz del carácter, el fundamento de toda felicidad, el ajuste a todas las situaciones y condiciones no armoniosas debajo del sol].”(Paralelo Biblia RV-1960/Comentario Bíblico Amplificado).
Cuando nos reunimos juntos como creyentes con la intención de adorar a nuestro Dios, la reverencia y una actitud apropiada de corazón hacia El deberían estar en lo más alto de nuestros pensamientos. Un servicio de adoración está supuesto a ser un evento relativamente formal en el cual ofrecemos a Dios nuestra adoración, acciones de gracias y súplicas. Es un tiempo para reconocer a nuestro Salvador y Dios como el Rey Soberano del universo y regocijarnos en nuestra relación personal con El como nuestro Padre celestial. Estoy convencido de que Dios nos dio la estructura familiar como un medio de enseñarnos como nuestra relación con El debería ser y como debemos comportarnos en Su presencia. En nuestro día la relación padre-hijo tiene poco parecido a lo que era en el pasado y es casi imposible para nosotros apreciar plenamente como solía ser. Hasta las últimas dos o tres generaciones, el padre era el líder indiscutible de la familia y la madre definitivamente ayudaba a mantener el status quo. El era el que “traía el pan” y el disciplinante primario. Por la mayor parte no pasaba y no se esperaba que pasase mucho tiempo con los hijos ¡Ciertamente el no era su “pana”! Una de las lecciones más básicas de la supervisión es que el “jefe” no puede fraternizar de cerca con sus empleados porque “la familiaridad genera desdén”. En una manera muy similar, los padres quienes permiten que la relación con sus hijos se vuelva demasiada familiar, eventualmente pierden su respeto y la disciplina amorosa apropiada se pierde. Los hijos que crecen sin esta disciplina y amor de sus padres, se convierten en adultos indisciplinados. Yo crecí con un temor muy saludable hacia mi papá, porque el era de la “vieja guardia” ¡El demandaba mi respeto y lo tuvo! Yo sabía que si me equivocaba, pagaría por ello y creo honestamente que por causa de esta mano firme y consistente durante mis años de formación soy un mejor hombre.
Un temor saludable y reverente hacia Dios debería ser la base primaria que dicte como nosotros le adoramos ¡Que perezca el pensamiento de que alguna vez nos volvamos tan familiar con El que demostremos irrespeto! Y aún así eso es precisamente lo que ha pasado y es evidenciado por la proliferación de servicios de adoración “contemporáneos” en el día de hoy (entre otras cosas). Camine en muchas iglesias con los ojos cerrados, y uno casi pudiera jurar que han entrado a un concierto de música pop. La música del mundo ha sido adaptada al dársele un revestimiento de líricas diseñadas para hacerlas aceptables para las audiencias “cristianas”, y ha llegado hasta los servicios de adoración. No estoy diciendo que la música es intrínsecamente mala, porque eso es estrictamente un asunto de gusto personal—pero estoy diciendo que el 99.99% de ella complace a la carne. Fue escrita y grabada específicamente para que le sea atractiva a la emoción humana y por lo tanto producir más dinero para todos aquellos involucrados con su distribución. El mismo hecho de que es tan atractiva para la carne debería indicar que no es apta para un servicio de adoración ¿Para quién se hace la música? ¿Está intencionada para aquellos quienes adoran, o un tributo a Dios mismo? Todo (y ciertamente incluye la música) en un servicio de adoración está supuesto a ser dedicado a Dios—no para el disfrute y entretenimiento personal de la congregación involucrada ¿Usted supone que Dios se impresiona con tal basura? Sí, dije basura—porque eso que hoy usualmente pasa como música de iglesia no se compara con los majestuosos himnos de antaño—aquellos verdaderamente fueron escritos teniendo en mente a Dios y no al hombre.
Déjeme hacerle otra pregunta.
Supongamos que usted fuere contactada por la persona más poderosa e influyente
de la tierra y le dijese que usted ha sido seleccionado para recibir una
especie de premio. Este honor le será otorgado a usted personalmente por este
individuo internacionalmente reconocido y respetado, y será visto en
Otra actitud de irreverencia es evidenciada en la atmósfera familiar, y ha permeado la mayoría de las iglesias modernas. El reírse, hablar, socializar, etc., se ha vuelto una ocurrencia demasiada común—justo hasta el momento cuando empieza el servicio—y comienza de nuevo cuando termina. Para muchos de nosotros que hemos asistido regularmente a la iglesia por un número de años, se ha convertido en una rutina tan familiar que hemos perdido el sentido apropiado de reverencia. Debo confesar que yo también he sido culpable de esto. Mi intención no es el de señalar con un dedo acusador, sino mas bien exhortarnos a todos a examinar nuestros motivos y acciones para que seamos reverentes y hagamos lo mejor para honrar a Dios la próxima vez que visitemos Su casa.
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Si a usted le gustaría Nacer de Nuevo, vaya ahora a nuestra Página de Salvación .
Esperamos
que haya sido bendecido por este ministerio, que busca educar y advertir a
las personas, de modo que puedan ver el Nuevo Orden Mundial por venir -el
Reino del Anticristo-en sus noticias diarias.
Finalmente, nos encantaría saber de usted. Puede enviarnos un E-Mail a
Dios le bendiga.