TITULO: DOS FIGURAS – DOS RESULTADOS
Subtítulo: El Fariseo y el Publicano
En el evangelio de Lucas, capítulo 18 en los
versículos 9 al 14, leemos lo siguiente:
"9A unos que confiaban en sí mismos como justos, y
menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10Dos
hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
11El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te
doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos,
adúlteros, ni aun como este publicano; 12ayuno dos veces a la
semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13Mas el publicano, estando
lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho,
diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14Os digo que éste
descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se
enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido."(Biblia RV).
Esta parábola fue dada por el Señor para ilustrar
la diferencia entre uno que era justo en su propia opinión y otro que era
malvado y lo sabía. El usa dos personajes que eran bien conocidos para su
audiencia: un Fariseo y un Publicano, o cobrador de impuestos. Los fariseos
eran considerados los modelos de virtud y los líderes religiosos de la nación
de Israel. Los Publicanos eran judíos también—hermanos en la carne—pero ellos
eran despreciados universalmente porque eran cobradores de impuestos para el
odiado gobierno romano. Cualquier cantidad por encima de los impuestos legales
que ellos pudieran sacarle a las personas, se les permitía quedarse con ello. Por
lo que podemos ver que la comparación espiritual de estos dos hombres podría
ser iluminante, por decir lo menos. Es muy posible que aquellos que escuchaban
al Señor estaban realmente atónitos por lo que se les decía, porque El dejó muy
claro que el Fariseo—espiritualmente hablando—no era mejor que el Publicano.
Estos dos hombres eran pecadores perdidos y alienados de
Dios. Podríamos describirlos como que son "¡tan parecidos como dos gotas
de agua!". Para enfatizar su similitud, ofrezco los siguientes acrósticos:
Falso Pobre
Arrogante Usurero
Rastrero Buscón
Incesante Ladrón
Siniestro Indolente
Ensimismado Calculador
Orgulloso Altivo
Necio
Opresor
Estos dos hombres eran "hermanos"—esto
es, ambos eran judíos tanto racialmente como religiosamente. Ambos eran
ciudadanos ricos de la misma nación y ambos (para sorpresa de aquellos que
escuchaban al Señor) eran deshonestos. Ambos eran evitados por el “hombre común
en la calle”, pero por razones completamente diferentes. La razón por la que el
Publicano era evitado era obvia, pero al Fariseo se le consideraba como tan
justo y santo que la gente común se sentía fuera de lugar en su presencia. Lo
que estas personas no sabían acerca de los fariseos como grupo (y por supuesto
que el Señor lo sabía) era que ellos eran culpables de prácticas clandestinas y
anti-éticas para obtener sus ganancias. En Mateo 23:14, donde el Señor denuncia
a los fariseos en términos fuertes, El menciona el hecho de que ellos eran
culpables de “devorar las casas de las viudas—tomando sus casas como pagos
sobre deudas vencidas. Los fariseos eran también culpables de ¡llamarle
"corbán" a fondos que debieron haber sido usados para sustentar a sus
propios padres! El término "corbán" denota aquel que ha sido dado a
Dios como una ofrenda (Marcos 7:11). Por lo tanto, aprendemos de los labios del
mismo Señor Jesucristo que ¡los fariseos eran hipócritas de la más alta orden!
Otra cosa que debemos entender es que ambos
hombres estaban en el mismo “encasillado” espiritualmente. Aún cuando ambos
fueron al área dentro del templo para orar, ambos estaban perdidos pero uno lo
sabía. (El pecado te engañará) El fariseo obviamente padecían de
enfermedad del “Yo”—fíjese cuantas veces
el se refiere a sí mismo en su oración. La enfermedad del "Yo" es
central ¡para tanto el pecado como el orgullo! Estos dos hombre estaban
perdidos pero solo uno lo demostraba. (El arrepentimiento y la salvación
te aliviarán). El publicano estaba totalmente consciente de su condición
espiritual y se demuestra en su actitud y sus acciones. El se puso hacia un
lado y colgó su indigno corazón en señal de vergüenza—golpeándose en el pecho
mientras agonizaba en su corazón. Mientras que el fariseo se sentía tan “como
en su casa” en sus alrededores que el ofreció su oración en una manera muy conspicua,
con su rostro mirando hacia el cielo. Note la ironía de la declaración en el
versículo 11 donde el oró “consigo mismo” ¡Este hombre no conocía a Dios! El se
jactaba tanto de sí y de su "religión" que aún sus oraciones
reflejaban la satisfacción de su alma engañada.
Como ya hemos señalado, estos dos hombres tenían
un pecado en común—eran avariciosos. Mientras
el fariseo es básicamente avaricioso para prominencia social y estatus, el
Publicano es llanamente avaricioso—codiciando las "cosas" de la vida
que el dinero podía comprar.
Para demostrar la necesidad de arrepentimiento y
las consecuencias involucradas donde no hay arrepentimiento, debemos hacer caso
de lo que el Señor nos dice en Lucas capítulo 13. Algunas personas habían venido
a El para informarle que Poncio Pilato, el gobernador romano, habían ejecutado
a algunos Galileos—aparentemente porque estaban ofreciendo sacrificios en el
templo. En los versículos 2 y 3, tenemos la respuesta del Señor:
"2Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos
galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los
galileos? 3Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis
igualmente."(Biblia RV).
Luego en los versículos 4 y 5, usando la ilustración
de 18 individuos sobre los cuales “cayó la torre de Siloé”, el Señor reitera
exactamente la misma amonestación. De esto debemos aprender que el
arrepentimiento es absolutamente necesario para que uno sea salvo y pueda nacer
en la familia de Dios ¡Cualquier mensaje del evangelio que omita la necesidad
del arrepentimiento es errada y debe ser denunciada! Y para empeorar las cosas,
demasiados cristianos están despistados sobre el origen del arrepentimiento—pensando
que viene de adentro del corazón del pecador ¡No es así! Considere los
siguientes versículos y luego dígame usted de donde se origina:
“A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y
Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados."
(Hecho 5:31, Biblia RV, énfasis mío).
“Entonces, oídas estas
cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a
los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!”. (Hechos 11:18,
Biblia RV, énfasis mío).
"¿O menosprecias las
riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su
benignidad te guía al arrepentimiento?"(Romanos
2:4, Biblia RV, énfasis mío).
"(Hablando de un predicador) Que con mansedumbre
corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se
arrepientan para conocer la verdad," (2 Timoteo 2:25, Biblia RV, énfasis
e introducción en paréntesis mías).
De estos versículos, debemos entender que Dios
nos guía a y nos concede el arrepentimiento—es algo, como la fe salvadora, ¡la
cual no poseemos naturalmente! Al Publicano, por razones que solo Dios conoce, se
le concedió arrepentimiento y su espíritu quebrantado se manifestó por sus
acciones externas de contrición y conciencia de su indigna condición. Mientras
el Fariseo "oraba consigo mismo"—sus oraciones no llegaban más allá
del sonido de sus palabras—el Publicano oraba, " Dios, sé propicio a mí,
pecador.”. Realmente, y técnicamente, lo que el dijo fue, "Dios ten
misericordia de mí…" Como un judío, el le estaba pidiendo a Dios que lo
mirase a el y su condición pecaminosa tal como El miraría al propiciatorio en
el arca del pacto.
Finalmente, queremos ver que ambos hombres fueron
recompensados. El Fariseo, con toda su piedad externa, era visto por los
hombres y ese era su objetivo real. Sus acciones mientras estaba en el templo
le ayudaron a mantener su “imagen” y por lo tanto perpetuar su estatus social. El
Señor, en su fuerte denuncia sobre los Fariseos en Mateo capítulo seis, menciona
tres veces que, "…De cierto os digo que ya tienen sus recompensa"
(Mateo 6, versículos 2, 5, y 16, Biblia RV) ¡Los fariseos codiciaban el ser
alabados por los hombres y ellos la recibieron! Pero ellos fueron al infierno
cuando murieron y eso es, como dicen, ¡un negocio lamentable!
Por el otro lado, el Publicano se fue a su casa como
un hombre cambiado. Por su arrepentimiento y confesión de pecado, el fue
justificado ante los ojos de Dios ¿Qué quiere decir eso de ser justificado?
Justificación es un acto judicial por Dios, donde El declara como “justo” a un
individuo ante Sus ojos. El ser "justo" es esencialmente lo mismo que
ser recto—salvado y librado de la pena eterna del pecado.
¿Alguna vez ha habido un momento en tu vida donde
te viste a ti mismo en la misma posición del Publicano? ¿Se dio cuenta que era
un pecador, separado de Dios, y que iría a un infierno si moría en ese estado? ¿Ha
habido un tiempo de arrepentimiento en el cual usted literalmente se volvió de
sus caminos malvados y comenzó a seguir a Dios? Si usted no puede decir
honestamente que lo hubo,
Si usted ha aceptado a Jesucristo como su
Salvador personal, pero ha sido muy tibio en su caminar espiritual con Él,
usted necesita pedirle inmediatamente perdón y renovación. Él lo perdonará
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ministerio, que busca educar y advertir a las personas, de modo que puedan
ver el Nuevo Orden Mundial por venir -el Reino del Anticristo-en sus noticias diarias.
Finalmente, nos encantaría saber de usted.
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Dios le bendiga.