TITULO: EL RICO Y LAZARO
Subtítulo: El Contraste del Materialismo y
Espiritualidad
En el capítulo dieciséis del Evangelio de Lucas,
encontramos al Señor Jesucristo terminando una serie de parábolas—historias
cortas que enseñan verdades espirituales. La última historia que el relata es
similar a las parábolas, pero un punto distintivo principal nos alerta sobre la
realidad de que no es una parábola. Nunca alguien es nombrado en una parábola y
esta historia tiene un mendigo llamado Lázaro. Es enteramente concebible que
este pobre hombre era alguien a quien el Señor conoció durante sus viajes y
cuya vida y muerte El usó para hacer una ilustración muy viva a otros. Comenzando
en el versículo 19 del capítulo 16, leemos como sigue:
19Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de
lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20Había
también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél,
lleno de llagas, 21y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la
mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 22Aconteció
que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió
también el rico, y fue sepultado. 23Y en el Hades alzó sus ojos,
estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24Entonces
él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro
para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy
atormentado en esta llama. 25Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate
que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es
consolado aquí, y tú atormentado. 26Además de todo esto, una gran
sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren
pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 27Entonces
le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28porque
tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos
también a este lugar de tormento. 29Y Abraham le dijo: A Moisés y a
los profetas tienen; óiganlos. 30Él entonces dijo: No, padre
Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
31Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se
persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos."(Biblia RV).
Este es un comentario muy interesante dado a
nosotros de los labios del mismo Señor y contiene muchas cosas que podemos
ponderar muy cuidadosamente. Supongo que la primera cosa que deberíamos notar
es que las vidas terrenales de dos hombres están siendo contrastadas. Por un
lado se nos introduce “cierto hombre rico”—un individuo sin nombre, pero
ciertamente un representante de los hombres ricos y de influencia de aquellos
días. El pudo haber sido de la realeza, porque se dice que el habitualmente se
vestía de púrpura—un color tradicionalmente e históricamente asociado con la
realeza. El lino fino era otra característica de sus túnicas y otras
vestimentas—muy costosa y conveniente para un hombre de su prominencia. Su
estilo de vida incluía todo lo que un hombre de este mundo podría querer—fiestas,
banquetes, y tiempos graciosísimos en alrededores suntuosos derrochantes— ¡todos
los días!
El patrimonio palaciego del hombre rico estaba
rodeado de una piedra alta que daba seguridad de visitantes no deseados—y el
acceso desde la calle afuera era por medio de una puerta muy adornada y costosa,
atendida por sirvientes. Fue en esta puerta que algunos amigos de Lázaro lo
echaron precipitadamente, quizás con la idea de que mendigando el pudiera
conseguir migajas de las mesas o algunas monedas. El decir que Lázaro estaba
“sin suerte” sería poco decir. El estaba enfermo, hambriento, desempleado, y
tenía pocas probabilidades de sobrevivir—mucho menos mejorar sus circunstancias.
Su cuerpo estaba cubierto de llagas que eran posiblemente un resultado de una
deficiencia de vitaminas por causa de hambruna. En su penoso predicamento, el
hubiera estado muy agradecido por solo las migajas barridas por debajo de las
mesas del banquete de una de las fiestas. Y justo cuando parecía que las cosas
no podían ponerse peor, los perros
callejeros son atraídos por el olor de las llagas abiertas de Lázaro ¡Estas no
eran mascotas ordinarias! ¡Jaurías de perros salvajes vagaban las calles de la
ciudad buscando por cualquier cosa que pudieran encontrar para comer que no se
los comiese primero a ellos! Ellos probablemente estaban tratando de lamer las
supuraciones sangrientas de las llagas ¡y Lázaro estaba
en peligro de ser comido vivo! Hasta donde sabemos, el pudo haber sido
muerto y comido por los perros, porque de repente se nos dice que murió. Nuestra
reacción inicial es una de dolor ante esta penosa escena, pero el dolor rápidamente
se vuelve en gozo cuando leemos que los ángeles lo llevaron al “seno de Abraham”—un
hebraísmo para Paraíso. Lázaro era uno de los hijos elegidos de Dios quien
inmediatamente dejó las pruebas y tribulaciones de este mundo para ir al reino glorioso
de los redimidos.
Una palabra breve estaría en con el fin de explicar
el concepto antiguo testamentario del “Seol” (Hebreo), o "Hades" (Griego)
—la “tumba” o morada de los muertos. Generalmente se creía que estaba en el
corazón de la tierra y todos los que morían (justos o no) iban allí después de
la muerte. Algunos teólogos conservadores han concluido que el Seol o Hades estaban
compuestos de dos “compartimientos”—siendo uno el “Paraíso”, la morada de los
redimidos, y el otro Seol o Hades propiamente dicho—basando su razonamiento
ampliamente en esta historia.
A continuación tenemos la sucinta declaración de
que el hombre rico también murió y fue enterrado. No hay duda de que el tuvo un
funeral espléndido según su encumbrado estatus social y medios financieros. Es
probable que contrataran profesionales para lamentar su fallecimiento y
alardear sobre sus logros terrenales, mientras su cuerpo fue envuelto con
cuidado y colocado en una tumba muy costosa tallada en roca sólida. No se
escatimaría ningún recurso y ciertamente su “despedida” debió de haber sido
grande. No obstante, ¡el hombre rico no era un hijo de Dios e inmediatamente
después de la muerte se encontró en circunstancias totalmente diferentes a las
de Lázaro! Mientras las llamas lo envolvían y lo atormentaban, el alzó sus ojos
y vio a Abraham y a Lázaro lejos a la distancia—en el Paraíso. Yo no se de
usted, pero hallo muy interesante que el hombre rico ¡conocía a Lázaro—lo
reconoció—y se le refirió por su nombre! Solo podemos especular sobre lo que
habría sido su interacción terrenal, pero creo que podemos decir con seguridad
que el hombre rico no lo albergó ni cuidó de el como debía de haber hecho. Estos
dos hombre habían sido hermanos judíos—uno de ellos rico y el otro pobre—y la
ley de Moisés hacía obligatorio el que el rico proveyese para las necesidades
de los hermanos pobres. Obviamente, el hombre rico había fracasado
miserablemente en su responsabilidad (y solo podemos adivinar en cuantas otras
también). El lo había “logrado en la sombrita” mientras estaba vivo, pero ahora
la situación es alarmadamente diferente y busque donde busque— ¡el ni siquiera
puede encontrar una tarjeta de crédito! El está gritando a todo dar por sus
sirvientes para que vengan a rescatarlo, pero ellos no están escuchando. El
fuego solo sigue poniéndose más caliente y busca alrededor por aquel costoso
vino importado que siempre tenía a la mano para refrescar su lengua hinchada, pero
extrañamente tampoco aparece"¿Dónde están las monedas de oro y plata? Quizás
yo podría sobornar a alguien para que me saque de aquí — ¡tu sabes el dinero
habla después de todo!"
Pero las llamas son implacables. En verdadera
desesperación el le grita a Abraham lejos a la distancia, "Por favor envía a Lázaro para que moje solo la
punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy en dolor en estas
llamas, ¿no tendrás piedad de mi?"
En este punto creo que voy a “reventar” si no
hago esta observación: Estas palabras encontradas en el evangelio de Lucas
fueron habladas por el Señor Jesucristo y ¡¡¡EL dice que el Hades (Infierno) es
caliente para aquellos quienes pasarán la eternidad allí!!! Se registra que el
evangelista más reconocido y renombrado del mundo dijo que “no estoy seguro
acerca de las llamas” y por lo tanto no lo predica. Su concepto del infierno es
que solo es la separación de Dios ¿Es que el no sabe leer? Escoja prácticamente
cualquier traducción o versión de
Luego Abraham es forzado a darle las malas
noticias al viejo ricachón. "Mi hijo, tu viviste bien del otro lado y
Lázaro la pasó mal. Ahora se han invertido los roles y la noticia muy mala es que ¡eso nunca va a
cambiar! Hay un "Gran Cañón" que nos separa y Lázaro no puede ir a ti
y tu no puedes venir aquí." Mientras las palabras sombrías de Abraham
causaron que se viera la realidad, por una vez el hombre rico piensa sobre otro
que no sea el mismo "¡Entonces por favor envía a Lázaro a mis cinco
hermanos, porque no quiero que vengan a este terrible lugar!" Y aunque el
no pueda hallar paz en esta petición aparentemente desinteresada, porque
Abraham correctamente le señala que sus hermanos tienen acceso a “Moisés y los
profetas”—las Escrituras del Antiguo Testamento—y ellos deberían estar
advertidos por ellas. A esto viene la dolorosa, "Ay, si solo le enviaras a
Lázaro a ellos, ellos creerán si ven a alguien de entre los muertos". Pero
Abraham tiene que decirle la verdad—si ellos no creen las Escrituras, no le
creerán tampoco a alguien que resucite de entre los muertos.
Por supuesto, sabemos que esto realmente ocurrió,
y no mucho después que Jesús contó esta historia. En aquella Cruz en el
Gólgota, el Hijo de Dios e Hijo del Hombre murió por tus pecados y los míos, para
que no tuviésemos que pasar la eternidad en el infierno. Luego, después de solo
3 días en la tumba, Jesucristo resucitó, ¡y se le apareció a más de 500
personas diferentes por un período de 40 largos días! Aún así, ni Jesucristo
resucitado pudo convencer a la mayoría del pueblo judío, y virtualmente a
ninguno de los fariseos y saduceos. Por lo tanto, no piense que si hoy una
persona es estorbada en la habilidad de el o ella para creer es todo cuestión
de fe, no vista. La gente en los días de Jesús sufrió porque ellos pudieron ver
realmente los milagros de Jesucristo. Yo no entiendo esta parte de la
naturaleza humana, pero es tan verdad. La gente puede, y de hecho lo hace, ver
directamente milagros sobrenaturales y no creer, aún si una persona resucitase
de entre los muertos.
Como otra ilustración de este fenómeno, llamo su
atención al capítulo once del evangelio de Juan. En este capítulo encontramos
la resurrección de ¡otro Lázaro de entre los muertos! Este Lázaro particular, junto
con sus dos hermanas, María y Marta, eran amigos cercanos del Señor. Cuando
Lázaro murió, el Señor lo trajo de regreso de entre los muertos en una forma
calculada para probar más allá de alguna duda que era una resurrección
sobrenatural. El había estado muerto cuatro días y el Señor esperó tanto tiempo
intencionalmente—dicen algunos comentaristas—porque una superstición judía
decía que el espíritu flotaba alrededor del cuerpo por dos o tres días después
de la muerte. Después de cuatro días, aún esta esperanza se había perdido. Por
lo que cuando Cristo llamó a Lázaro para que saliera de la tumba, su cuerpo ya
debía de haber estado en un proceso avanzado de descomposición con el horrible
olor resultante. No obstante, cuando el Señor llamó “¡Lázaro, ven fuera!”, ¡Lázaro
salió caminando con el cuerpo entero envuelto como una momia! El método judío
de entierro involucraba envolver el cuerpo entero con tiras de tela de lino a
las que se les echaban especias de embalsamamiento. Mientras más rico era el
individuo, más especias eran usadas. La regla de la tumba era que “ninguna
carne ha de tocar otra carne”, por lo que cada dedo de las manos, de los pies,
cada brazo y pierna eran envueltos individualmente. El cuerpo luego era
envuelto hasta el cuello y la cara y la cabeza eran cubiertos con una
“toallita” separada. La envoltura era tan extensa, ¡que Lázaro definitivamente necesitaba
ayuda para liberarse!
Muy poco tiempo después de este maravilloso
incidente—el que causó que muchos judíos creyeran en Cristo—vemos en el capítulo
doce de Juan donde el Señor asiste a una cena dada por María, Marta, y Lázaro. En
el versículo 9 se nos dice que muchos judíos vinieron sin ser invitados y que
ellos no vinieron a ver al Señor, ¡sino que querían ver a Lázaro que había
resucitado! ¿No les parece eso como la naturaleza humana? En vez de rendirle
homenaje a su Mesías, Quien había realizado un milagro tal, ¡ellos estaban
meramente curiosos sobre el hombre resucitado! Luego en los versículos 10 y 11
encontramos acciones registradas que validan la aseveración de Abraham de que aunque
se levantase alguno de entre los muertos, aún no creerían:
“Pero los principales
sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro (el versículo 53 revela que ya
los sumos sacerdotes habían empezado su complot para matar a Cristo), porque
a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.”(Juan 12:10-11, Biblia RV, comentario sobre el versículo 53 es
mío).
Estos hombres malvados sabían que la resurrección
era sobrenatural y que solo Dios podía hacer tal cosa, pero eran tan duros de
corazón que ellos desatendieron totalmente el testimonio de
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Salvador personal, pero ha sido muy tibio en su caminar espiritual con Él,
usted necesita pedirle inmediatamente perdón y renovación. Él lo perdonará
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ministerio, que busca educar y advertir a las personas, de modo que puedan
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Dios le bendiga.